martes, 3 de enero de 2012

Siete años

Daniel Montes de Oca

Llegué envuelto en nervios, pero convencido de que el reto era para mí. Hoy, hace siete años, toqué la puerta de esta casa, ya no era un novato, pero sí estaba por jugar en la Liga más competitiva.
Desde la pequeña trinchera en la que crecí y me formé como profesional, siempre tuve la seguridad de que cuando llegara el momento tenía que dar el salto, pues los amores que se hacen costumbre se oxidan.
Me vestí ‘decentemente’ y mi cabello no era tan eterno como hoy, así que por la ‘pinta’ no había mucho problema, reunía los requisitos que este oficio demanda. Después, dar visos de capacidad era la prueba suprema, pero tampoco me costó superarla.
Al ruedo desde el primer día para comprobar con hechos lo que las palabras alardeaban. Todo resultó muy sencillo: las herramientas y el grupo humano crearon un ambiente propicio para mi arribo. Me adapté de inmediato y pude nadar sin flotadores desde el silbatazo de salida.
Era el inicio de una exquisita historia llena de realizaciones y tareas por cumplir; de plenitud e insatisfacción; de azucar y sal; de sonrisas y sollozos… Era mi debut en la ‘gran carpa’, que en un instante me cambió la rutina.
A partir de ese momento se estableció, la hasta ahora, relación profesional más larga de mi vida. 21 de abril de 2004, un día que merece recordatorio.
Manejo un bajo perfil, pero una alta dosis de lealtad, por ello, aunque muy lento, pero fui rompiendo las barreras para codearme con la ‘nueva familia’… Y lo que uno cree que es una simple relación laboral, con un poquito de tiempo y de forma intempestiva, toma tintes de historias melodramáticas, de amistad, de indiferencia y, por supuesto, de amor.
Son incontables las herencias que ya tengo de esta casa, pero sin duda tres me han marcado:
1. Aquí conocí a la mujer que más he amado hasta hoy, y aunque ya no la tengo a mi lado, siempre estará conmigo...
2. La invaluable amistad de mucha gente que sigue con esta camiseta, o que ya juega en otro equipo.
3. Y por último, el progreso personal y profesional que representó mi llegada a esta institución.
Y a siete años de mi arribo, aún no me libero de los nervios cuando se trata de plasmar la pasión por mi trabajo, y aunque éste no lleve una firma al inicio, siempre destila el olor de mi entrega.
DRMO
21 de abril de 2011

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