sábado, 7 de enero de 2012

Historia de Sanborns

Daniel Montes de Oca


“¿Tiene la pastilla del día siguiente?”, preguntó con el desenfado con el que se pide una caja de aspirinas. En menos de cinco segundos, las miradas de siete u ocho comensales estaban puestas en su esbelta y pequeña figura. Apenas sonrió al sentirse rodeada, y tras la respuesta afirmativa de la dependiente del lugar, encargó la píldora, por la que pagó casi 200 pesos.
Se condujo con dominio de la situación, dejando entrever que no era la primera vez que realizaba dicha operación, pues al revisar la caja le hizo un par de preguntas a la mujer que la atendió, más para confirmar los pasos a seguir, que porque realmente tuviera duda; su interlocutora asintió en ambas ocasiones.
El rostro angelical y sonrisa tímida descubrían a una niña que a lo mucho alcanza los 20 años. Tan pronto se alejó del área de farmacia del Sanborns de Plaza Universidad, se entretuvo inspeccionando las muñecas y osos de peluche, abundantes por la época navideña. Vaya paradoja.
No pasaron ni 10 minutos cuando sonó su celular con el tono de una canción de Lady Gaga. En la llamada, confirmó que ya había adquirido lo que necesitaba y que tenía un ‘colchón’ superior a las 24 horas para tomar la pastilla.
Su nombre es Lorenza y vive en la Colonia Del Valle con su mamá, pero el fin de semana pasado estuvo sola, pues ésta tuvo que viajar por razones trabajo. Ella invitó la noche del viernes a su novio a la casa, y aunque no esperaba que nada pasara, según sus propias palabras, “se dejaron llevar por el momento”.
‘Lore’ es una niña bien; ‘balbucea’ en perfecto inglés ‘Rolling in the deep’, que suena en el lugar; y cada cinco o seis palabras le dice ‘wey’ a su amiga y confidente, a la que le confió su aventura reciente.
La discresión no es una de sus virtudes, pues habla por teléfono como si estuviera sola en la sala de su casa y se paseara entre los sillones y el ‘home teather’, riendo a carcajadas con frecuencia y llamando “pendeja” a su ‘cómplice’, quien le solicitaba pormenores de la noche de pasión.
Mientras más detalles descubría el arriba firmante de esta ‘historia de Sanborns’, más intrigado y viejo se sentía. No hubo más, la protagonista terminó su llamada y pareció olvidar el interés por las muñecas, por lo que caminó distraida, sin mirar a nadie, rumbo a la salida del establecimiento.
Guardó su Iphone 5 en el bolso y se dirigió a la orilla de la calle, donde con las intermitentes prendidas había dejado en plena avenida su vehículo, un minicooper rojo con blanco. Tardó más en encenderlo que en desaparecer de la imaginaria; sólo dejó su imagen juvenil y desenfadada en mi mente.
‘Lore’ me ‘contó’ parte de su vida en unos minutos, pues mientras yo intentaba comprar unas galletas para la merienda y unas cápsulas que combaten el insomnio, ella ‘resolvía’ el más reciente de sus placeres con la maravillosa ‘pastilla del día siguiente’.
DRMO
Noviembre 2011

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