sábado, 7 de enero de 2012

La novia perfecta

Daniel Montes de Oca


El Barcelona es como la novia perfecta: encanta, enamora, pocas veces te hace sufrir, y le vaya bien o mal, se muere con la suya.
Nunca te engaña, busca los caminos, intenta, se abre y se deja conocer. Prioriza la felicidad sobre la ambición, es transparente, un ideal, tan perfecto que a veces no parece real.
Si estás de su lado te paga con virtuosismo, y si aún no le crees, te conquista sin misterios, sin velos; simplemente resulta imposible no caer en la telaraña del encanto.
Defiende su bandera respetando a cabalidad sus principios: aquí la necesad sólo cabe cuando el amor a los ideales va de por medio. Es ‘más que una novia’, es aliada, maestra, un racimo de sabiduría.
Congruencia se escribe con letras de oro en su manual de vida. Difícilmente se complica porque sabe aprender de un traspié y catapulta sus potestades en cada oportunidad.


En esta analogía entre un equipo de futbol y la novia perfecta, gana el primero, pues la segunda no existe, sencillamente porque la perfección es un estado utópico al que solo los dioses acceden.
Entre el juego y la mujer no hay punto de comparación, ella siempre estará con los dos pies por delante de la meta final; ella es un planeta, los colores, el alarido, el éxtasis y una eterna esperanza.
En este juego de ideas y combinaciones, el balompié es un simple distractor que aligera el trtajín cotidiano, no más que eso; sin embargo,
una pareja representa el sentido de cada uno de nuestros pasos, por ello, aunque la novia imperfecta aún no aparece en la imaginaria, concebirla a través del cadencioso azul y grana hace que la espera sea extremadamente deliciosa.
DRMO
Marzo de 2011

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