sábado, 7 de enero de 2012

El Santuario


Daniel Montes de Oca

 
“Todo nos ha salido como queríamos”, dice orgulloso el novio, buscando la mirada de su ahora esposa para encontrar la confirmación a sus palabras.
El suceso que congregó a más de 500 personas obedecía a la unión de dos almas que desde hace tres años están tomadas de la mano.
La sede de este ‘cuento de hadas’ fue La Piedad, Michoacán. La princesa de la historia llevó a casa el acontecimiento y mejor lugar no pudo elegir. Un evento que suele ser convencional e incluso rutinario, fue tocado por la magia de los protagonistas, fue tocado por el amor.
Ella estaba hecha una diosa. Un rostro que no fingía ni siquiera su belleza. A la cadena de bendiciones que ha copado su tránsito por esta vereda, se sumó una que la tenía volando: el matrimonio.
La ceremonia religiosa se alargó sin que nadie lo notara, pues el obispo no ofició el tradicional discurso de unión; compartió la dicha de la gloria de los contrayentes con cada uno de los ahí presentes; todos pudieron tocarla.
Para ese momento la ciudad ya estaba de cabeza: juegos pirotécnicos y una lluvia ligera sellaron el enlace.
En pocos minutos, el Santuario del Señor de La Piedad cerró sus puertas para atesorar lo vivido y dio paso a la fiesta.


Cruzare los montes,
los ríos, los valles por irte
a encontrar, salvaría tormentas,
ciclones, dragones sin exagerar,
por poder mirarme en tus ojos bonitos,
y vivir la gloria de estar a tu lado,
porque en mí ya siento que te necesito,
que me he enamorado”…
‘Eso y más’ le dio la bienvenida a unos novios llenos de plenitud.
Se sucedieron abrazos, baile, buenos deseos, historias, sonrisas, sueños, propósitos, ilusiones, reencuentros y un sinfín de emociones que sobrepasaron la capacidad del lugar.
Una boda es el retrato perfecto de la felicidad y más si en ésta todo sale ‘a pedir de boca’, como bien resumió el dichoso esposo.
DRMO
27 de septiembre de 2011

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