Daniel Montes de Oca
Las burlas por la ausencia de una pareja se han vuelto tan comunes que
apenas me generan molestia.
Esta fecha no deja de ser una estadística que indica el tercer año en
una ‘soledad relativa’.
Caminar sin alguien al lado genera vacío en el alma, pero alimenta la
esperanza de encontrar a la persona adecuada para esta vez no equivocarse.
Ser espectador de fascinantes historias de amor es un privilegio que
puede llegar a cansar porque no asoma el momento de tener el rol protagónico.
Escuchar el impulso de quienes te quieren ayuda poco, aunque
reconforta un ego destruido: “Eres una buena persona, quien llegue a tu vida
será afortunada, ya verás que cuando menos te lo esperes conocerás a alguien”…
Lo cierto es que abrazarse a la fe sigue siendo una fórmula infalible,
y está prohibido renunciar a una máxima: “lo bueno atrae lo mismo”…
La colección de decepciones, prospectos fallidos, reconciliaciones
imposibles o amores extraviados, no es más que un pasaje necesario para llegar
a ti, a quien quizá aún no conozco o a la que se atreverá por fin a abrir los
ojos y dejar en el pasado sus miedos para emprender la aventura de su vida.
“Imposible no soñar con una revancha, aunque ésta tenga a un equipo
distinto en el campo de batalla…
“Imposible creer que el tiempo seguirá su recorrido sin dedicarme una
mirada”…
El 14 de febrero no me deprime, como no lo hacen las burlas de los
compañeros de trabajo o ‘amigos’ de ocasión que ignoran que estar solo es
también estar acompañado… De un sueño añorado.
DRMO
Febrero de 2013
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